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Un artículo de Jordi Olivé

Muchas estaciones de ferrocarril de España disponen de un elemento ornamental característico. Se trata de las placas metálicas ovaladas que indican la altura sobre el nivel del mar del lugar.

Estas placas tienen una dilatada historia tras de sí. En el lejano año de 1856 se creó el Instituto Geográfico y Estadístico con la finalidad, entre otras, de elaborar el mapa topográfico de España. Este trabajo no finalizó hasta 1966 y representó nada menos que 110 años de trabajo. Sin entrar en prolijas explicaciones sobre geodesia y cartografía que caen fuera de la intención del presente artículo, uno de los instrumentos utilizados para esta labor fue el establecimiento de las líneas de nivelación de precisión siguiendo el trazado de vías de comunicación como es el caso de carreteras y líneas de ferrocarril. De esta manera se pudo establecer la altimetría del mapa de España. Las líneas de nivelación de precisión se señalaron con los llamados clavos de nivelación en estaciones de tren y otros lugares. Las placas ovaladas eran colocadas a modo de aviso de la presencia de los clavos. Éstos eran colocados en el suelo o en la pared del edificio, y constituían la verdadera señal de nivelación.

Para fijar la referencia que sirvió de punto de partida para la altimetría, conocida en latín como datum, se instaló en 1870 un mareógrafo en el puerto de Alacant. Este aparato mide las variaciones del nivel del mar y consiste en una boya acoplada a un sistema de registro. Se fijó entonces el nivel cero denominado “el nivel medio del Mediterráneo en Alicante”, tal y como rezan las placas que en su día colocó la “Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico”.

Según la revista Vía Libre de mayo de 1968, existían en aquel año 2.150 señales en toda España, de ellas 428 en estaciones de ferrocarril. La más baja en la red está en Alicante-Benalúa con 2,3 metros, y la más alta con 1.360,1 metros en Herradón-La Cañada (Ávila).

No siempre las placas están colocadas en estaciones de ferrocarril. En la ciudad de Barcelona existe una en el número 51 del passeig de Sant Gervasi, esquina con la avinguda del Tibidabo, con el clavo de nivelación bien visible cerca del suelo, aunque con el sello del Municipio de Barcelona. Siguiendo la avinguda del Tibidabo hay otra placa en la estación del funicular que lleva al parque de atracciones, en este caso sin ningún clavo a la vista. La primera marca 130,7 metros, y la segunda 223,5 metros. Con una simple resta se deduce que el entrañable Tramvia Blau salva un desnivel de 92,8 metros en su recorrido. Hay placas en otros lugares singulares, como son el observatorio astronómico Fabra, inaugurado en 1908 cuando el doctor Andreu urbanizó la cima del Tibidabo, con una altura de 413,7 metros y con el clavo conservado. Contrastando con esta altura y en el otro extremo de la ciudad, en el edificio del antiguo Gobierno Civil de Barcelona hay una señal con unos modestos 7,1 metros.

El actual Instituto Geográfico Nacional (IGN) hace décadas que no se ocupa de la conservación de las señales y placas de nivelación, colocadas a principios del pasado siglo, antes de 1925 en su mayoría, y vistas hoy día como una entrañable antigualla. Un detalle a tener en cuenta es que las anteriores a 1925 tienen la denominación de “Instituto Geográfico y Estadístico”, y las pocas posteriores “Instituto Geográfico y Catastral”.

Muchas estaciones conservan la placa en sus fachadas. Éstas sobreviven a duras penas, a pesar de sucesivas remodelaciones y modernizaciones de los edificios ferroviarios, no siempre respetuosas con los vestigios del pasado. Otro asunto son los clavos de nivelación, arrancados o tapados a lo largo de los años por desconocimiento de su función. En la actualidad, la conservación de estos elementos corre a cargo de la buena voluntad de las compañías ferroviarias. Se da el caso de la retirada de placas cuando se remodelan las estaciones sin mediar aviso al IGN. Aunque también es cierto que el Instituto se ha hecho cargo de reponer estos elementos cuando se le ha requerido.