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Carles Gorini

Parece que se ha cumplido aquello de morir del éxito. El ferrocarril ha vuelto con fuerza y ha pillado a algunos desprevenidos, a los que debían administrar la infraestructura y a aquellos que debían disponer los medios para el transporte. Demasiada exigencia para tan flacas previsiones.

Los viajeros, con razón, sienten defraudadas la expectativas depositadas en un medio de transporte que pretendía presentarse renovado, sostenible y democrático.
Pero más allá de las demandas de quienes se sienten damnificados, la falta de previsión, y de un calendario adecuado de inversiones, es una cuestión que afecta, no solo a los que utilizan a diario el ferrocarril como instrumento para solucionar sus necesidades de mobilidad obligada, sino a todo el territorio.

La geógrafa Carme Miralles, Directora del Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans (IERM), lamenta que se investigue poco lo que cuesta socialmente carecer de conectividad, sobre todo por lo que respecta al ferrocarril. “Es un campo poco estudiado por los economistas, en el que deberíamos avanzar para conocer ese valorâ€. El IERM posee la radiografía de los hábitos de los ciudadanos de la Región Metropolitana de Barcelona en los últimos veinte años. En este momento se trabaja en una encuesta de movilidad que afecta a toda Catalunya, basada en los datos que proporcionarán cien mil encuestas telefónicas, “una información de la que nunca se había dispuesto en este país†afirma su directora.

La realidad del tren se presenta como un teatro en el que conviven tres anchos de via, diferentes gálibos, y líneas que no conectan entre sí. Es la herencia del siglo XIX, el ferrocarril que crearon los capitalistas de la Febre D’Or para satisfacer sus necesidades especulativas. Así se recibió y se ha mantenido, con la única adaptación de su funcionalidad, a partir de los años ochenta del siglo XX, que consistió en pasar del concepto de líneas al de red. Hoy numerosas ciudades maduras y consolidadas de la corona metropolitana siguen sin conexión ferroviaria. Cuando Barcelona acometió la transformación olímpica perdió una oportunidad, porque “no vio al ferrocarril como un sistema de futuro, como el transporte del siglo XXI, ya que en esos años el concepto de movilidad se basaba en el transporte privado, ante la ausencia de conceptos como sostenibilidad, cambio climàtico o la sensibilidad por la preservación del entorno†puntualiza Carme Miralles.

Ante esta situación y frente a la cadena de incidentes acaecidos en las últimas semanas, la panacea parece ser proponer y construir un buen número de nuevas líneas, una cuestión que sin duda, levantará polémica entre aquellos que deban ceder el paso a las nuevas infraestructuras. Como receta para evitar el conflicto, Miralles propone “que se dialogue con el territorio para elaborar las propuestas de forma conjunta, porque según en la forma que se construya el resultado puede ser muy diferenteâ€.

No solo es el ferrocarril el que se transforma, la sociedad que lo utiliza se encuentra también inmersa en una revolución de sus necesidades de transporte. “La demanda de movilidad aumenta significativamente a un ritmo del 4% anual, aunque dicha demanda es altamente volátil. La gente cambia de trabajo, y por tanto de ubicación laboral, con rapidez , al contrario de lo que sucede con la vivienda, cada vez más fijada en razón de los largos plazos con que se contratan los créditos hipotecarios†. Para Carme Miralles lo que relaciona a estos dos sistemas desiguales es el desplazamiento, que como consecuencia entrará en tensión.

Una buena red de transportes públicos facilita las oportunidades, aunque no solo eso influye, también lo hacen aspectos como el modelo urbanístico. En cuanto al hábito de pasar a las capitales por el mismo rasero Miralles es contundente “El error es comparar el número de quilómetros de la red sin relacionarlos con la ciudad real. Madrid representa un modelo urbanístico disperso, hasta el extremo que aun con disponer de una red extensa y eficaz, no le es suficienteâ€, y concluye “nosotros aquí hemos planificado mejor, mucho mejor.â€