La vida del guardaagulles
11 juny 2012 per Carles Gorini
EstaciĂł de Samper de Calanda. LĂnĂa de Barcelona a Saragossa per Casp
“Las casillas del ferrocarril, con sus pensativos habitantes, habĂan atraĂdo siempre a Dvánov; pensaba que, aislados como vivĂan, los guardavĂas tenĂan que ser gente tranquila e inteligente. Se encontrĂł con una de ellas y entrĂł a beber agua; se encontrĂł con los pobres vástagos de los guardavĂas, que no tenĂan más juguetes que su propia imaginaciĂłn, y hubiera sido capaz de quedarse con ellos para siempre y compartir asĂ su destino. Dvánov pasĂł la noche en la casilla, pero tuvo que dormir en el pequeño zaguán porque en el cuarto de los guardavĂas estaba dando a luz la dueña, que se pasĂł la noche entera gritando en medio de tormentos. El marido, insomne, iba y venĂa por la casa, pasaba de vez en cuando por encima de Dvánov y murmuraba lleno de asombro:
—Con los tiempos que corren… con los tiempos que corren…”
Andrei Platónov (1899-1951), Chevengur. Viaje con el corazón propicio (1927). Traducció de Vicente Cazcarra i Helena S. Kriúkova. Madrid, Cátedra, 2009, pà g. 135